EL GRAN CIRCULO

Poema

¡Hungarines barbudos, cazadores de algodoniles marfilescos! 
Tejiendo y quebrando el cielo, oh, ¡Este cielo de roja espada y tonto sol!

Los zorros bravíos se sientan en los espacios que no
deja el triste tiempo.
Los lazos caporales de la lejana divinidad, el lacerante de la pingüe
 especie de crecidos con rotos cuellos y manos, deserta y se entierra 
como juglar de los amargados en tierra ladrona.

Los hungarines maestres, con sus manos en las rodillas y ojos besando
a su propio ser, retuercen el viento prostituto a heraldos y reniegos. Los 
rosados querubines vuelan y nunca se rehacen: ¡Escupen entierros y ruedan
 sobre si, si, si mismos!

Sobre sus ojos, y propios Paksipomoridios, se abalanzan los húngaros hungarines. 
¡Sobre su propio tornado circular!

Su marfil pesado cavado en deseo forma 
Forma
                                                                 Forma el dulce deleite que refresca
                                                                          cada himno de un remolino infinito.

¡Una rutina de caballo sentado sobre la boca de una cripta!

La breve rutina que muere en el tambor de los prisioneros hastiados, 
alimenta cada boca y sigue cada grácil paso.

Un dos y a comer 
Un, dos y a comer
Un dos y a comer 
Uno, dos... ¡y a comer!

Cada futuro se balancea como un concepto, un coro, un gavilán de repetición 
y noche, que recuerdan, con vesania: “Clack, clock, clack”.

Un dos y a comer 
Un, dos, ¡y a comer!

Barbones y cazadores elípticos del tesoro, siguiendo el rastro de una campanilla 
muy cansada para buscar o sangrando como para atardecer
viviendo : “¿Hay elipses sino en las manzanas?” 
Bienaventurados los taciturnos elefantes, ¡Aun ladrando su cuack y construyendo 
pirámides que nunca mueren!
“Nunca se está suficientemente muerto para destilar de la borrasca de espejo, oh, 
¡Caminar en un ensueño de verde!”

Un, dos y a comer 
Un, dos y a comer 
Comer, un, dos.
“Clock
Clack
Clock ¡Clack!”

¡Hungarines barbudos, cazadores de algodoniles marfilescos! 
Tejiendo y quebrando el cielo, oh, ¡Este cielo de roja espada y tonto sol!

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