EL TEMPLO QUE GIRA

Contenido publicado en diario El Pinteño, mes de abril 2020

Poema

En los templos de Cachemira, oh, con estos guardias inservibles chirriando con sus armas
Gráciles frente a la puerta horadada que se vende a Mefistófeles en las ventas de arena.
Gira como un esclavo indeciso u orador del sexo.

Tiemblan los heraldos de Arabia cuando un cielo morboso y enclenque se deja 
Amenazar frente al muñeco del cierzo.

Los inciensos y las fogatas van atardeciendo.
Las ciudadelas lejanas lanzan sus blancas palomas que ven las cuerdas de 
belcebú.
Las iglesias lanzan sus piruetas.
Poco a poco la tormenta va asomando.
Se levantan los durmientes del edredón.

Tiembla
                  Tiembla
                                      Tiembla
                                                                              La mansión del Asia.

Yo tiemblo con ella: Con mi manta roja de éxtasis sobre
Los espejos de la noche.

Corren los hombres de Saladín.
Los valientes corceles se arrancan los ojos.
Corre que corre, la catástrofe, como una gallina decapitada.
Con lazos de anaranjado y cobre me atrapa.

Lloro como un sol en su ocaso, como las estrellas tras las rejas de
Un observador atormentado por el día.

Tuerzo el aire con mis meneos de alas.
El gris frío se encabrita y, con un beso, le cacareo al dulzor
De un Nápoles lejano.

Soy un Sultán que gira que gira que gira.
Alcanzo el oeste de ojo pacifista.
Río viendo el bobo reflejo.

Grito la blasfemia, como un magnate: 

-	¡Soy poeta y estoy maldito!

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