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Adelanto del próximo Libro

TEXTO SIN EDITAR
Portada de Verdades a Medias
PRÓLOGO

Querido lector esta vez no hablaremos sobre mis experiencias, hoy no hablaré sobre mi primer amor. Hoy os contare la historia de Jonathan un muchacho de 28 años que un día decidió contraer matrimonio con Angélica y sin ser consciente de esa inocente acción elevo consigo a un próximo nivel la mentira más grande sobre su propia vida.
Hablaremos el momento en que todas las verdades inexpugnables de un pasado reciente cobran vida en el presente y resultan imposibles de vencer o persuadir una vez más, nuevamente nos enfrentamos en esta batalla que pareciera no tener un ganador, verdades que llegan y se presentan en el momento menos esperado y te recuerdan lo que realmente eres y has sido toda tu vida. Tocaremos una vez más temas dolorosos, verdades que no pudieron salir a la luz en su momento y con ello aliviar el tormento del protagonista de esta historia. 
Seremos testigos junto al protagonista de procesos tan íntimos de aceptación y aprendizaje sobre la realidad de ser homosexual, desnudaremos de alguna forma todo el proceso de descubrirse, aceptarse y quererse como ser distinto, quizás desde la ficción, pero muy muy en el fondo visto desde la propia experiencia, desde la propia alma. 
También seremos testigos de la desinhibición de Jonathan, la que llego luego perder el miedo y la vergüenza que le impedían actuar de acuerdo con sus sentimientos y deseos. Sin duda cambios muy beneficiosos en términos físicos y mentales que en algún momento traerían consigo angustia, temor, sufrimiento y dolor por que finalmente esa desinhibición que se torno por momentos incontrolable no podía traer consigo nada bueno.
Seremos testigos como una esposa se vuelve un mar de lagrimas y llora a mares por su esposo, pero no por la verdad que este ha de revelarle, sino que su llanto es por no haber estado en el pasado para poder abrasarle cuando más lo necesitaba. También veremos como Jonathan junto Angélica deberán vencer los prejuicios de la familia, de quienes eran sus amigos de toda la vida, de un pueblo entero y enfrentar la realidad de ser un homosexual, casado, con hijos y con VIH.
Finalmente seremos testigos presenciales como frente al dolor, la desdicha, el tormento y las angustias siempre después de todo aquello lo que gana y termina imponiéndose por sobre cualquier prejuicio es el amor y como siempre al final del camino hay una luz de esperanza para todos.
Escribir este libro resulto mas difícil de lo que esperaba, quizás por que es ficción y tiene un poco de aquí y otro poco de allá, un poquito de Guillermo, un poquito de Pedro, un poquito de María, un poquito de algo que leí en la internet y quizás hasta un poquito de lo mío, quien sabe, historias de las que he sido testigo, historias que por si solas no son nada pero que juntas dan vida al mundo que rodea a Jonathan. Esta vez no fue tan fácil como contar mi propia historia. La verdad es que ficción o realidad aquí estamos una segunda vez presentado este relato simple, sin una estructura o forma preconcebida, pensado de forma simple y sencilla, no me gusta enredar a nadie, pero si me gusta emocionar y espero lograrlo usando la magia de la palabra una vez más. 


CAPITULO 1
SACRAMENTO

Son las 22 horas, llueve a cantaros, ya estoy en la cama con Angélica, es un viernes ordinario cualquiera si no fuera por que mañana será bautizada nuestra pequeña hija de cinco años, puse la alarma para las seis y cuarenta y cinto de la mañana, debo levantarme temprano ha quedado bastante por hacer. 

-	Buenas noches amor, hasta mañana. 
-	Hasta mañana.

Ladran los perros de la vecina y me despierto una vez más antes de que suene la maldita alarma. Ya no llueve, se escucha cantar un gallo a los dejos. De pronto recuerdo lo que he soñado horas antes, que loco, soñaba que estaba en la cama con otro hombre y no con Angélica, el sueño parecía tan real, se sintió real, me llevo al éxtasis, será que soy gay y aun no lo descubro, pero vamos si estoy casado y tengo una hija. Repentinamente suena la alarma y es hora de levantarse. 

Después de la ducha le preparo tostadas francesas y café con leche que tanto le gusta a Angélica, pero no sin antes pasar los la habitación de Alicia y cerciórame que todo este bien. Es una mañana muy ajetreada, llevamos dos semanas planeándolo todo y pereciera ser que no hay nada, quizás sean los nervios de bautizar a tu primer retoño o simplemente el anhelo de ver a toda la familia reunida, los bautizos, los matrimonios y funerales son las únicas ocasiones en que esto sucede. 

De pronto me entra una llamada, es la banquetera y exclama con voz de preocupada, don Jonathan la cocina esta totalmente anegada producto de la lluvia descomunal de la noche, será un desastre cocinar en este lugar. Rápidamente pensé ese tipo de problemas debe solucionarlos el dueño del local de eventos, te sugiero que llames a Fermín, no es mi problema. La verdad es que a esas alturas ya habíamos repasado la lista de cosas junto Angélica una docena de veces, la malera los con artilugios que se suelen usar como símbolos en el sacramento del bautismo estaba lista, había lustrado mis zapatos, no quedaba nada por hacer.

Angélica me llama desde el otro lado de la casa para avisar que nuestro baño de tina caliente esta listo, me apresuro para terminar de cambiar el bombillo del pasillo de acceso a las habitaciones de la casa para acompañarle. El baño huele muy bien, se estaban quemando tres varitas de incienso y junto a las velas aromáticas que están encendidas el aroma que embriagaba la habitación era una invitación a relajarse por un momento.  Nos desvestimos casi al mismo ritmo, Angélica tenia un cuerpo de proporciones muy equilibradas que solo perdió durante el embarazo, pero lo más importarte de todo es que ese cuerpo lo habitaba un ser humando muy bondadoso, carismático, integral y completo. Ese ser que la vida cruza en tu camino casi como un accidente y que llega para complementar tu existencia en todos los sentidos, eso es Angélica para mi. El agua esta fría exclama, quizás ya es hora de salir, el tiempo parece sufrir una pausa a su lado.

Dios esta la iglesia repleta, no ha faltado nadie, aun así, logro reconocer y saludar a la gran mayoría a pesar de que a muchos no los veo desde hace años, pero siempre hay una característica, tic nervioso que te hace recordar quien es. Es curioso, pero por ejemplo a Eliseo mi tío le encanta tocarse la oreja derecha cuando esta inseguro, a Rosendo un amigo le gusta toquetearse la nariz al extremo de que resulta vergonzoso y Carolina la vecina no se cansa de mostrar sus tetas enormes luciendo escotes inapropiados como para una ceremonia religiosa, por suerte lo que más le ven seguramente es esa sonrisa deslumbrante que siempre lleva puesta junto a todo lo demás.

La ceremonia religiosa fue breve, a pesar de la ronda de preguntas que hace el cura y que a nadie le interesan y la típica charla para los padrinos sobre las obligaciones y deberes para con el ahijado y los padres. Además de todas las preguntas propias del sacramento que todo el mundo obtiene desde Wikipedia el día anterior a la ceremonia por que nunca tuvo tiempo para ir a las charlas de formación que se suelen llevar a cabo con los padres y padrinos. En fin, ya teníamos a nuestra hija bautizada.

Al llegar a lugar de la recepción y ver todo reluciente y maravillosamente dispuesto para que tuviésemos una tarde fabulosa y tranquila. Comenzaron a salir por la puerta de vaivén las bandejas con los bebestibles y los primeros entremeses del coctel dejando atrás los problemas surgidos durante la noche. La verdad es que todo estaba quieto, en paz, la sensación de placebo era máxima pues todas esas semanas previas de planificación y estrés estaban rindiendo sus frutos. 

Comencé a moverme por aquel cardumen de peces en movimiento como una medusa calma se mueve por las aguas en busca de plancton, había intercambiado palabras y miradas con casi todo el mundo, pero me faltaba aquel hombre, quien de pronto había pasado a ser mi captor y yo sin saber su rehén. La verdad es que en aquel momento no lograba comprender que sucedía, pero había captado por completo mi atención, parecía tocarle con la mirada a tal punto de volverse incomodo por la posibilidad de ser descubierto por Angélica o que alguien mas se diese cuenta. La calma imperante había sido rota por aquel hombre del cual no tenia más detalles que los que me había aportado mi tía Marta, era el acompañante de Teresa, una amiga de la familia. Como se llama, de donde era, que tenia no lo se, pero de la nada sentí la necesitad de conocer detalles mas íntimos sobre su persona.

Todo iba sobre lo planificado, el coctel fue todo un éxito, los invitados estaban contentos, aproveche el momento para platicar con mis primos de Santiago y con unos amigos que habían llegado la noche anterior a casa de mis padres, no los veía desde la ceremonia de titulación, de eso han pasado ya casi 3 años. De pronto se escucha por el altoparlante que Angélica nos invita a pasar a la mesa y exclama, por favor siéntense bien revueltos, así aprovechan de platicar con los familiares y amigos que nuca ven. Acomodé algunas de mis tías con problemas de movilidad, puse a la señora venenosa junto a las de su clase bien lejos de las demás para evitar percances y le di una que otra indicación especial al encargado de la banquetearía antes de sentarme a la mesa. Permiso señor dice el joven de corbatín blanco y pone un mini pan rustico con masa madre en mi plato de pan, de pronto me percato que sin querer me había sentado en la misma mesa donde estaba aquel hombre que momentos atrás había capturado por completo mi atención. La cena comenzó sin sobresaltos, nada de que preocuparse, solo el pequeño detalle del hombre que tenía en frente y que de la nada había pasado a ser mi captor. La entrada de camarones con aguacates en ese tremendo copón esta cremosa, agradable a la vista y muy sabrosa que te habría el apetito y los sentidos, sentidos que junto al festival de hormonas hacían de mi cuerpo un frenesí aquella tarde. A estas alturas en ambiente en la mesa ya se había relajado, los comensales habían comenzado a contar sus anécdotas, no falto el que le pareció poco el tremendo copón de camarones. Yo continuaba mirando aquel hombre, me había convertido en una especie de escáner, me fijaba en su rostro, sus ojos, la barba, sus orejas, esas manos grandes, cálidas y a la vez fuertes con las que usaba los cubiertos. Tenía un no sé qué, algo hacía que en mi interior me imaginase situaciones que para un hombre hetero y casado, sean consideradas tabú, en algún momento hasta se transformó en algo morboso. Me sudaban las manos, tenía la camisa pegada en mi espalda de tanto sudor, eran esos nervios, pero no nervios que provocaban estas nuevas sensaciones que se hacían presente en mi vida una vez más, eran las mismas sensaciones que sentí en mi adolescencia un par de veces y a las cuales no les preste atención, transformándose en esos fantasmas que todos tenemos. Pues ahí estaban, se habían hecho presente para recordarme lo que siempre fui, lo que soy y lo que seguramente seré.

En nuestra vida no somos capaces de ver lo que no es evidente, no vemos lo invisible, pero presente, no vemos las células que forman las estructuras de nuestro cuerpo y tampoco vemos esos fantasmas que todos tenemos dentro. Todos y cada uno de nosotros es perseguido por fantasmas, el fantasma de un trauma infantil, el fantasma de sueños no cumplidos, el fantasma de cosas no hechas, el fantasma del pasado no resuelto, el fantasma de una realidad sexual no explorada, ¡fantasmas de amores perdidos! 

Igual que muchas personas yo pensaba que si ignoraba estos fantasmas, estos mensajes al final se irían. Pero eso no fue lo que paso. Así como nuestros mayores miedos estos espíritus invisibles toman fuerza en la oscuridad y en los momentos difíciles o cuando menos lo esperamos aparecen, si huimos estos corren más rápido y siempre están en la meta primero, si nos alejamos ellos regresan con más fuera. En ese momento, estaban en la mesa y me recordaban su presencia al sudar sin explicación durante aquella comida en frente de aquel hombre. 

¿Que deberíamos hacer entonces?

Se requiere de tiempo, dolor y valentía para encontrar la respuesta. Debemos escuchar a los fantasmas y recibirlos en nuestras vidas como si fueran parte de nosotros porque son parte de nosotros, somos pasado, presente y futuro conjugados en una sola forma, solo el reconocer su presencia abre espacio para nuevas posibilidades, y la posibilidad estaba allí en frente de mis narices, al final nuestros fantasmas son parte de quienes somos y parte de quienes esperamos ser, el dolor está en nuestras entrañas unido a nuestros corazones para siempre, en la vida, en la muerte y en cualquier otro punto, es parte fundamental de la vida, el dolor se hacia presente en ese momento al mostrarme mi realidad, una realidad tan cierta como el color de mis ojos.  Pero que puedes hacer cuando ya tu vida a tomado otro camino, que debes hacer cuando estas casado y ya tienes hijos, quizás todas esas interrogantes, todos esos miedos, esa incertidumbre y todo eso que te atormenta no es suficiente para que abraces la vida y te hagas cargo, después de todo nunca es tarde para empezar de nuevo o darle un vuelco a tu vida, quizás es el momento y el lugar para dar ese pequeño paso insignificante, cargado de un mar de recelos, indecisión, pero también de ilusión. En fin, allí estaba yo tan deleznable como el presidente que acabábamos de elegir, intentando dar curso a estas nuevas sensaciones que acababan de llegar y por lo visto habían llegado para quedarse.

Continuando con lo que acontecía en esa pequeña mesa adornada con platos bancos, copitas hermosas en cuyo centro había tres hermosos arreglos dispuestos en diferentes alturas con caramelos y chocolates con formas de cruz con el nombre nuestra hija recién bautizada. A esas alturas la comida había transcurrido sin mayores sobresaltos, estábamos en el último tramo, solo faltaba el postre, es en ese momento en que la mayoría se para de la mesa para fumarse un puchito, o para el a retocarse los labios. Aviamos quedado solo ese misterioso hombre y yo en la mesa, de pronto me dice: esta todo bonito y muy bien organizado Jonathan. Se sabía mi nombre, eso me puso más nervoso de lo que ya estaba, de pronto alguien pone sus manos sobre mis hombros y me susurra algo al oído, era mi esposa Angélica, a lo que seguidamente se oye un, ¡hola Armando como estas! obviamente ese saludo me descoloco aún más. Acaso Angelica y este señor ya se conocían de algún lugar. Lo conoces, le pregunte con un poco de nervios, claro es el hijo de Teresa, la señora de la que tu hablas siempre, la que es amiga de la familia y se marcha. 

Así que Armando es tu nombre, Armando Enrique para ser exactos me responde, y cuál es tu segundo nombre Jonathan, no me lo vas a creer pero mi segundo nombre también es Enrique, así que somos colegas exclama. Un gusto Enrique, igualmente Enrique me responde seguido de una sonrisa disimulada. De pronto todos están de regreso en la mesa y llegan los meseros con el postre, me percato que ese juego de mirar y encontrar del cual yo era el protagonista momentos atrás de pronto es arrebatado de cuajó por Armando, de un momento a otro era yo el observado. Tenía sus ojos clavados en mí, me miraba la cara, las manos, los brazos, las piernas, transmitía confianza, una paz y seguridad, me estaba diciendo soy de fiar, puedes contar conmigo,  por supuesto yo era incapaz de tener y de sentir al mirarle algo parecido en lo más mínimo. Pero lo más grave no eran sus miradas, sino lo que estaba diciendo su cuerpo. Lateramente me decía, tómame, soy tuyo. Terror era lo que me daba al pensar en esa posibilidad. Estaba claro que se había dado cuenta desde el principio de todo y ahora con su actitud lo único que hacía era devolver el mensaje pero de una manera para la cual quizás yo no estaba preparado. 

La comida termino y por fin pude zafarme de la situación y calmar mis nervios y relajarme un poco. La segunda copita de Jerez está rindiendo sus frutos. De pronto mi tía Marta me toma del brazo y sin decir nada me dice, vamos a mover el esqueleto y a prender esto, que como vamos parece un funeral. Muy pronto se armó la rumba y la mayoría están bailando en la pista de baile improvisada que yo mismo acababa de inaugurar. El baile me vino muy bien, termine de relajarme demás de hablar con mi tía, la cual no tenía la oportunidad de ver desde la graduación de Benjamín, a todo esto Benjamín por porque no bino. Esta de cumpleaños su pololo hoy, me responde. En serio, si. Es gay, hace ya un tiempo lo conto y no es tema para mí, sabes que Armando también lo es, que Armando el hijo de Angelica?, asiento con la cabeza sin decir nada, lo mejor que podía hacer en ese momento era no decir nada aunque para ser exactos me abria gustado tener las agallas y los huevos de hablar aunque fuese solo una pequeña parte con algién sobre esas nuevas sensaciones que estaba sintiendo con ese nuevo hombre que me habia cautivado por una parte y por la otra me habia traido consigo un vendabal de interrogantes y preguntas que estaban a la espera de las respuestas. Quizas con solo contarcelo a alguien bastaria para liberar la presion interior y sentir algo de calma, quizas era muy pronto para sacar conclusiones al respecto, lo unico claro y seguro en ese momento era que estaba suceciondo y no podia hacer nada para impedirlo. El resto de la tarde noche transcurrio entre vailes y copitas, la verdad logre olvidarme de mis fantasmas y relajarme, lo pasamos muy bien, bebi y comparti con primos, amigos y faliliares, sin duda seran recuerdos para nunca olvidar, un bautizo bonito, diferente y no lo digo por las nuevas sensaciones que legan a mi vida sino por la linda oportunudad de compartir con la familia.

Se acerca mi primo José María y me entrega un papelito blanco doblado sin decir nada y se marca, acto seguido lo abro y leo, te espero en el baño, siempre tuyo Armando. Los nervios invaden por completo mi precaria existencia en aquellel momento, miles de pregunstas se abalanzaron sobre mí, que quería, porque me estaba esperando en los baños de aquel local, que me queria decir, acaso todas esas miradas y ese juego de buscar y encontrar que habia comenzado cuando le vi por primera vez debía terminar en algo más. No podia pensar en esa posibilidad, eso era faltarle a mi espoza de la poer forma  y en bautizo de nuetra hija, es que simpelmente hay cosas que no se hacen, cosas que una persona con valores se cuestiona, pero muy, muy en el fondo sabia que lo necesitaba, todo lo que comienza debe terminar. A estas altutas se habia encendio en mi interior una llama que era imposible de apagar, lo que tanto se habia postergado en el subconcente colectibo de mi vida ya no podia esperar un minuto más, me arme de valor y camine lentante en direccion a los vaños del lugar.

Alli estaba el, esperándome, tranquilo, con su torso desnudo, se había quitado la camisa porque alguien le derramo el vino, su mirada denotaba una seguridad absoluta, su mensaje corporal era sutil, una invitación a celebrar un festival de hormonas. De pronto toma mi mano derecha y me aparta a un lado, mi cuerpo queda entre la pared helada de baldosines azules y la semi tibieza de su cuerpo. Yo aún tenía mi ropa puesta, pero esa sensación de sentir ese cuerpo era el preámbulo a lo estaba por comenzar y que muy en el fondo de mi ser deseaba que pasase. Me mira fijamente a los ojos, su mirada quemaba mi interior, podía sentir correr las gotas de sudor y caer luego de recorrer mis patillas y caer en mis hombros, sudaba de los nervios al encontrarme en esa situación incomoda por un lado y cautivante por él otro. De repente se acerca y me aprieta con fuerza contra la pared, a ese primer acto le siguen un beso muy cálido y húmedo que correspondí en medio de aquel vendaval de sensaciones que me mostraban por primera vez, que es sentirse vivo, pleno, por primera vez era el protagonista de mi pobre verdad, mi media verdad, es que ni siquiera era capaz de aceptar el simple hecho de estar allí. Estaba tirándolo todo de prisa, poco me importaba el matrimonio con Angelica y esa vida junto a mi familia que también me hacía feliz, una vida feliz exteriormente, pero interiormente había una atroz soledad, la luz de mi vida había sido lentamente atenuada, de alguna forma sentía que me merecía eso, mi libre albedrio, mis decisiones del pasado me habían llevado en frente de esa pobre realidad. Pero por otro lado dejaban de morir esas frases a medias por no ser verdad y de alguna forma dejaba por un momento la vida que tenía hasta ahora en donde solo eran verdades a medias, no había un sitio mejor para estar y se echaban por tierra el dolor de estar en esa prisión autoimpuesta en ese baño con baldosines azules junto aquel hombre desconocido que había terminado siendo mi captor y había roto las cadenas que sujetaban la puerta que me impedían ser el que realmente debía ser.

En aquel momento tenía el corazón a mil pulsaciones por minuto, miles de sentimientos y sensaciones conviviendo al unisonó simultáneamente;  las emociones que nos definen como seres humanos por un lado, el amor autentico y genuino por Angélica por el otro, la alegría de haberme encontrado conmigo mismo, mi verdadero yo, el miedo a ser juzgado, la tristeza, el dolor de vivir en una mentira, el odio, en fin. El corazón es solo un símbolo en cuya imagen se encierra el misterio de la vida y el amor, tenía que encararlo de alguna forma. En la vida se gana y se pierde, porque así es la vida, en ese momento sentía que perdía mi tranquilidad, pero ganaba la verdad, es importante ser conscientes de que la felicidad no se encuentra en un gran escenario ni en la majestuosidad de una vida de lujos, o en una vida perfecta, sino en nuestras pasiones y en nuestra capacidad de amarnos a nosotros mismos cualquiera sea nuestro destino y por primera vez en mucho tiempo sentía que era feliz con tan poco, estar en ese baño de baldosines azules me hacia feliz como nunca antes lo había sido... 

CAPITULO 2
ACEPTACIÓN

¿Porque no me contestas el teléfono?, ¿Qué pasa con tu WhatsApp y los mensajes que te envió?, hace días que te noto muy raro Jonathan, ¿Te sucede algo?, no nada mujer murmuro y lo reafirmo con un movimiento de cabeza para disimular que todo está bien y no hay ningún problema. En realidad las emociones y sensaciones que me había dejado ese breve encuentro con Armando me tenían mal, en las noches al estar tirado en la cama me preguntaba, ¿Por qué no sonrío más?, cada noche antes de dormir te dices, debería cambiar, sientes que hay algo torcido en ti, me sentía como una línea dibujada sobre un trozo de papel, una línea que tiene un punto de origen y final; pero sentía que si doblaba el papel por la mitad, el origen y el final estaban allí ambos juntos, era una existencia incompleta, con dobleces, una existencia vacía. No tienes que cambiar, no necesitas cambiar, pero sientes necesitar ese cambio. Cuando te encuentras con ese dilema y a esas alturas de tu vida, es en ese preciso instante en donde te das cuenta que no has aprendido nada, no estas aprendiendo nada y no has avanzado nada. La sensación que tenía era la de ser un pájaro enjaulado, al que Armando le había cortado las alas violentamente, y que en la más absoluta penumbra cochaba contra los barrotes de su propia jaula al querer volar libremente otra vez. Que hago, que se hace en estos casos, cuál era la respuesta, que tenía que hacer para sentirme libre otra vez, como resolvía el acertijo. La verdad en ese instante no tenía la respuesta. Como dejaba de sentirme inferior a los demás solo por el hecho de haber tenido esa breve pero trascendental experiencia con Armando. Como regresaba a ese mundo hetero normado y heterosexista al cual pertenecía solo por el hecho de estar casado y tener una hija. Me sentía la pieza del rompecabezas que no calzaba en ninguna parte. La verdad es que estas nuevas sensaciones, me tenían preocupado porque no me sentía bien. 

La confusión que llevaba a cuestas era más grande que mis ganas de vivir, a pesar de tener los pies bien puestos en la tierra y ser consciente de que aquellas nuevas experiencias habían llegado para quedarse y aun mantener intacta la capacidad de reconocer sentimientos y emociones, respuestas fabricadas como estoy experimentando, es algo pasajero, estaba ebrio cuando paso lo de Armando. Con esas respuestas auto elaboradas intentaba responder a esas sensaciones y emociones, quizás lo más simple y menos doloroso era aceptar la posibilidad que tal vez sea gay y abandonar la burbuja en la que había forjado mi vida hasta ese momento. Estaba lejos de logar eso, tenía por un lado vivo el encuentro con Armando en el bautizo de nuestra hija, y por el otro lado me enfrentaba al duelo a causa de las pérdidas que supondría comenzar por reconocer que tal vez era gay.

Se imaginan encontrase en esa situación, cuantas personas en el mundo se enfrentan día a día a esta interrogante, cuantos Jonathan más abran por ahí en los recónditos recovecos de este planeta enfrentando esta misma realidad, ahí estaba yo débil, frágil como un castillo de arena que haces en la playa, que solo dura hasta que sube la marea, no importa que tan lindo lo construyas, le puedes poner tres pisos de alto, construirle un foso protector por las orillas, puedes decorarlo con accesorios y hacer que sea el más hermoso y majestuoso del mundo, pero no llegara intacto al nuevo día… A pesar de tener una vida maravillosa junto Angelica, sentía que esa majestuosidad se esfumaba por momentos, lo único que me daba un poco de calma y paz era admitir y aceptar que no era el único, si había algo de lo que estar seguro en ese momento era eso, no era el único al que la vida le muestra esta realidad que cuesta aceptar pero que traerá la paz y el equilibrio a tu vida. Por otro lado, el temor a las consecuencias seguía presente desde el primer momento.
Es evidente que el desarreglo que había provocado Armando al mostrarme lo que realmente era y lo que siempre en realidad fui descolocaba mi existencia, de por sí ya es tremendamente complicado aceptar que se es diferente a nivel interno, imagínense ustedes como es tratar de contárselo a tu menor amigo y exteriorizar lo que te sucede por primera vez, tienes que vencer tus propios prejuicios, prejuicios que vienen desde la enseñanza, desde el  entorno familiar, desde el pueblo en el que vives, desde la religión y la iglesia. Hay momentos en los que le ruegas a Dios que no seas gay y no te gustaran los hombres. A nivel familiar sufres cuando tus primos o familia comenta la noticia del animador de TV que sale del armario y lo cuenta en público, eres testigo de los comentarios macabros, incluso debes seguirles la corriente y aportar con la broma o la burla para encajar y no delatarte a mi mismo. Se imaginan lo que es eso para alguien que este recién tratando de hacerse cargo de su realidad. Se me vine a la mente la invitación al cine de Gustavo Adolfo, un colega de trabajo, quien desde el primer día tuvo mucha disposición para responder mis dudas sobre el quehacer y las rutinas de la nueva empresa a la que acabada de llegar y ofrecer su ayuda cuando no sabía hacer algo, finalmente se transformó en mi mejor amigo. Pero regresemos a la fila del cine, estábamos decidiendo que promoción comprar, el tamaño de las bebidas, cuando de repente le comento, podríamos comprar un Popcorn familiar es más económico y practico, pero la respuesta fue un rotundo no, acompañado de una expresión facial de daba a demostrar que algo malo había con eso. Si lo analizamos más en profundidad es evidente que no hay nada malo, pero el prejuicio de ver a dos hombres adultos compartir las palomitas de maíz gana, además más de alguno si lo ve pensara; par de maricas, vienen al cine hacer sus cochinadas. Para que vamos hablar de la posibilidad de que nuestras manos se rocen en el interior del recipiente al tomar las cabritas en esa semi oscuridad encubridora de la sala de cine. La verdad eso es nefasto. No culpo a mi amigo por su pensamiento, no hay un culpable en todo esto, aquí el único eventual, culpable somos todos al dejar pasar este tipo de situaciones sin decir nada, esto fue lo que precisamente hice yo al no decirle nada y guardar silencio. Simplemente pude haber dicho, no hay nada de malo, no te sientas mal, lo compartimos y ya. El problema es que uno mismo contribuye en menor o mayor medida a perpetuar el prejuicio simplemente guardando silencio, cuando en realidad se puede bromear sobre el tema y hacer que el otro entienda que no hay nada de malo, porque en realidad no hay nada malo. El otro problema que hay es que en este proceso de aceptación como una forma de no delatarnos nuestros movimientos, gestos, lenguaje verbal es extremadamente cauteloso y cuidado al extremo de quizás provocar en los demás una exacerbación que obviamente nos delata más fácilmente y en ese proceso quizás ponemos en aprietos a los demás sin darnos cuenta. No mordemos, no somos un bicho raro, ni mucho menos nos van a gustar todos los hombres, pero esas conductas adoptadas con el fin de encubrir nuestra verdadera orientación sexual hacen que precisamente para los demás hombres seamos entre comillas un peligro potencial y nos teman y es por eso que tenemos respuestas como la del cine en frente de la cotidianidad de pedir un combo familiar de Popcorn. 

Todo lo que se aleje de lo habitual es potencialmente peligroso y ante eso la primera reacción es a negar su existencia y por ende el rechazo es algo que está presente por añadidura. Si es un problema para el resto de la gente, imagen ustedes el escenario de un hombre que pudo haberlo tenido más fácil, mucho más fácil solo con reconocer su orientación sexual en la adolescencia cuando aún no se tiene una familia que ahora casado y con hijos. 

Como te armas de valor para dejar atrás esa pesada mochila que llevas a cuestas innecesariamente y que en frente de la cotidianidad de tu vida te recuerda constantemente durante los pasajes de tu vida que quizás estas viviendo una vida que no es la tuya, no te sientes completamente feliz a pesar de tener un hermoso matrimonio y una familia bien constituida. No te sientes feliz a pesar de tenerlo todo. Cuál es el problema que te hace sentir incompleto, inseguro, pues es muy simple no eres tú, no es tu vida, no es lo que realmente te llena, es la vida que llevas, porque es la vida que alguien más te enseño, es la forma que aprendiste del entorno, entonces como logras darte cuenta que debes en primer lugar aceptar que no eres igual a los demás, en segundo lugar debes aceptar tu identidad sexual, en un comienzo quizás solo te aceptas a medias, pero cuando te visibilizas a ti mismo como ser homosexual con todo lo que ello implica, aceptando que es una conducta que quizás para algunos o la gran mayoría es incompatible con la hetero normalidad vigente que pone el foco en relaciones hombremujer, poco a poco vas comprendiendo que no eres el único ser en el mundo al que le sucede lo mismo y poco a poco comienzas a llevar una vida satisfactoria, sintiéndote bien siendo homosexual pero mantenido por otra parte ocultos al principio comportamientos propios de la identidad homosexual. Ese era mi caso, desde pequeño sentía que era diferente a los demás niños, la adolescencia me había mostrado algo, al crecer llego el momento en que tome conciencia por las señales sexuales que emitía mi propio cuerpo, en ocasiones me sentía excitado por hombres del entorno, pero no pude asociar lo que sentía y me quede confundido hasta llegar hasta este momento. No escuche las señales, no vi lo que era evidente, no hice caso y fui postergado el tema día a día, mes a mes, año tras año hasta llegar hasta este momento en que la presencia de ese hombre descoloco mi vida, dándome el remesón más grande del que tenga registro en mi memoria. La única verdad y no a medias e inexpugnable y cierta como el color de mis ojos es que estoy casado con Angelica, pero eso no define quien soy. 

La otra verdad es que tuve que esconder quien era, desde la escuela hasta la universidad oculte quien soy, me hubiera gustado ser yo mismo. En esa época ser diferente no estaba bien, no era genial, pero poco a poco vas saliendo del armario y luchas contra tu sexualidad en ese proceso, tu cabeza formula millones de preguntas que al principio no tienen respuesta, tu cabeza da vueltas, sientes culpa, pero en la medida que lo cuentas ya no sientes culpa y no te quieres esconder. 
Me falto contárselo a alguien en su momento y así poder sentir menos culpa y aliviar mi dolor, porque cuando hablas no sientes culpa y tienes paz. Por otro lado, no sabes si hay una forma correcta de decirlo y aún si al contarlo no te aceptan sientes que haces algo malo. Temes perderlo todo al declararte y reconocerte públicamente gay, mientras voces en tu cabeza te dicen vas a superarlo, todo estará bien, quieres contárselo a alguien y en ese angustiante proceso de encontrar al individuo correcto para vomitarlo por primera vez y así sentir menos culpa y comenzar a cosechar paz y tranquilidad terminas contándoselo a tu Perro en esas platicas que tienes en el parque luego de hacer ejercicios para así distraer un poco tu mente. Es increíble pero ese simple ejercicio alivia en parte tu alma. El no poder contárselo a alguien hace que tengas épocas de penurias y aparece la angustia y la ansiedad, contárselo a alguien en algún momento se vuelve necesario, pero las situaciones familiares, la escuela, la universidad, los amigos, el entorno nunca te dan el espacio para aceptarte o propician tu desarrollo en ese sentido.

Cuando por fin encuentras la respuesta a la simple pregunta ¿Quién soy yo? Y cuando eres consciente por primera vez de que si no te amas a ti mismo como podrías amar a alguien más, todo eso resuena porque al principio te odias y luego te aceptas, solo se vive una vez y algo tiene que cambiar, eres consciente de que debes contárselo a tus padres, a tus hermanos, a tus amigos y tu entorno más cercano y valoras y ponderas que algo así debe venir de tí y no que se enteren por alguien más. Cuando entiendes que no quieres estar medio fuera y medio dentro del closet y simplemente entiendes que cuando estas en el armario tienes que guardar tantas cosas, tienes que pensar en lo que dirás, temes que lo descubran, has tenido un novio por muchos años pero no se lo dices a nadie, ni a tu familia, ni a tus amigos, hay veces en las que te preguntan en eventos con quien andas y respondes, estoy solo y la verdad a medias en realidad es que el novio anda por ahí, pero te preguntan y al negarlo te niegas a ti mismo y sientes un agujero en el corazón. Ese simple dolor que vas sintiendo se acumula poco a poco como la gota del agua que cae desde el grifo en mal estado hasta llenar por completo tu existencia y se torna en un tormento. El problema se reduce a que por mucho tiempo sientes que tienes que complacer a los demás y a la única persona que debes complacer es a ti mismo y a Dios. Cuando realmente eres consciente de eso, das ese pequeño paso de conchárselo a algún individuo.

Te haces preguntas como; ¿Desde cuando supe que era diferente? Y te das cuenta que siempre has sido diferente, pero crecer en nuestro pueblo, cortar leña, trabajar en el campo y ser gay nunca fue algo bueno y te preguntas nuevamente si me hubieran visto me habrían querido, me habrían reconocido por mis logros o habría sido el abogado exitoso de hoy. Se imaginan lo que es estar rebotando constantemente entre estas dos dimensiones. Es como que los números del sistema binario intentasen vivir en el sistema decimal y viceversa, en resumen, es un verdadero desbarajuste y un caos muy sensible a las pequeñas variables del entorno, muchas de las cuales escapan a tu control. Eso se traduce en inseguridades y en perpetuar ese círculo vicioso de estar entre esas dos dimensiones de tu vida, estas tan unido a la vida tradicional,  porque es lo que vez, es lo que, los que han estado antes de ti han replicado desde el origen de los tiempos,  estas tan ligado a la vida normal, a la vida de hetero que no es algo que sientas que debas soltar, pero por otro lado no quieres tener que lidiar más con esto, de alguna forma la vida te muestra por doloroso que sea que no tienes que huir más.  

El momento más feliz y sonara horrible, pero fue al estar con Armando, fue cuando supe que algo tenía que cambiar. ¡Ese momento me trajo aquí para decirles, soy gay y que!



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